Si a cualquier inadvertido hablante se le preguntara si es lo mismo la ética y la moral, o dicho de otra manera, si significan lo mismo la palabra ética y la palabra moral, probablemente aseguraría que no. Otra cosa distinta es que fuera capaz de indicarnos algún rasgo real —no inventado— que permitiera establecer una distinción entre ambos términos. Esto no es ningún menosprecio: el lenguaje se emplea primordialmente para expresar y comunicar, y solo muy secundariamente para definirse a sí mismo; por lo tanto, nada que objetar a la respuesta del supuesto consultado ante el que nos presentamos con tales zarandajas.
Lo mismo ocurre si utilizamos un buscador de Internet. Hagamos a la Red la pregunta: ¿es lo mismo la ética y la moral? Los internautas dicen que no, y nos ofrecen multitud de páginas web, con diferente grado de rigor, muchas de carácter didáctico, en las que se vierten sesudas disquisiciones para distinguir ambos términos.
Pero atendamos al uso real de estas palabras, que es lo que nos importa aquí. ¿De verdad alguien es capaz de apreciar diferencia relevante en estos pares de frases, todas ellas documentadas en textos escritos?:
Ética marxista / moral marxista
«Difícilmente puede entenderse la ética marxista si se hace a un lado el concepto materialista del ser humano» (José Galindo Montelongo, Ética para adolescentes posmodernos; 1997).
«Fácilmente se advierte que la moral marxista está basada y depende del trabajo y de la relación de un trabajador con otro; y es aquí, donde reside el humanismo marxista» (VV. AA., Problemas y desafíos de la educación en el siglo XXI en Europa y en América latina; 2002).
Ética cristiana / moral cristiana
«Siguiendo el proceso histórico de la ética, tras los grandes filósofos clásicos nos encontramos con la ética cristiana. Seamos creyentes o no, esta es una realidad que resulta imposible soslayar» (Cecilio Eseverri Chaverri, Enfermería facultativa: Reflexiones filosófico-éticas; 2006).
«Tras las huellas de la moral cristiana es el derecho moderno, y más aún, el pensamiento y la sensibilidad actual, los que primero rechazan de una manera general e indiferenciada la violencia de arrancar la vida a un ser humano» (José Luis Álvarez Álvarez, España desde el centro; 1978).
Principios éticos del cristianismo / principios morales de cristianismo
«Por supuesto no se trata de ningún “socialismo cristiano”, sino de algo mucho más sustantivo, una interpretación del socialismo como una realidad secular y civil, compatibles con los principios éticos del cristianismo» (Pedro Cerezo, Las máscaras de lo trágico: filosofía y tragedia en Miguel de Unamuno; 1996).
«Una de las cuestiones que más llamó la atención de María fue ver que muchos de los principios morales del cristianismo eran los principios morales de la revolución nicaragüense» (Leonor Esguerra, La búsqueda; 2012).
Moral del marxismo / ética del marxismo
«Trataremos de esclarecer a continuación si la seguridad de las prescripciones de la moral del marxismo es hoy un signo de la contundencia de sus razones o bien un síntoma de su intransigencia» (Victoria Camps y otros, Concepciones de la ética; 1992).
«La ética del marxismo coincide, pues, con las restantes éticas dominantes en nuestro momento histórico en ser normativa, en buscar la satisfacción de los intereses sociales, en identificar los intereses morales con los intereses objetivos» (Adela Cortina y Emilio Martínez Navarro, Ética; 1996)
Yo, desde luego, no.
Sabemos que la palabra moral atesora rancio abolengo, tan rancio que durante mucho tiempo, pero ya no hoy, se refería solo a la única moral posible, la que procedía de los preceptos religiosos. De hecho con frecuencia tiene que ver con el buen o mal comportamiento en lo que al sexo se refiere (curiosamente —y sin curiosamente— refiriéndose sobre todo a mujeres). Ética, en cambio, es vocablo aséptico, de vocación científica, como todo helenismo de nueva incorporación. Pero ambos apuntan a un mismo hecho fundamental, y así lo atestigua el uso soberano.
Lo dicho hasta aquí vale tanto para los adjetivos ético y moral, como para los sustantivos femeninos ética y moral. También me dicen que últimamente es frecuente oír juntas las formas adverbializadas éticamente y moralmente, que más parecen una invención del añorado Chiquito de la Calzada.
Así las cosas, ¿por qué hemos de conformarnos con el latiguillo ético y moral que tantas veces oímos en boca de políticos y otras personas públicas? Es más difícil verlo en la lengua escrita —más reflexiva que la oral—, y el pueblo, enemigo de adornar en exceso lo que dice, no lo usa a no ser que quiera ponerse estupendo. Se trata sin duda de una expresión redundante y rutinaria, una manifestación más de un uso poco consciente y riguroso de la lengua que se acerca peligrosamente a la muletilla.
¿Qué ocurre? ¿Es posible que el adjetivo ético o el adjetivo moral se nos hayan quedado cortos y sea necesario redondearlos con su asiduo acompañante? ¿No se trata una vez más de alzar la voz para sobreponerse al ruido; de reivindicar fatuamente las motivaciones éticas y morales de nuestro comportamiento?
Animo a que evitemos esta impertinente redundancia y no nos privemos de la belleza de lo simple y de lo preciso.
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