jueves, 16 de diciembre de 2021

Salvemos al verbo oír



De un tiempo a esta parte, yo diría que de unos cuantos años a esta parte, nunca «oigo» a un locutor de radio o a un presentador de televisión emplear el verbo oír. En su lugar dicen escuchar. Tampoco a políticos y otras personas con proyección pública. En la conversación normal es más habitual que se conserve todavía la distinción entre ambos verbos, pero es rarísimo entre los jóvenes. Y en contextos formales, como puede ser el lugar de trabajo, en los que la naturalidad brilla por su ausencia, parece como si estuviera mal visto decirlo. Pasa algo parecido con decir, un verbo básico del español, del que hablaré otro día. Yo siempre he utilizado ambos verbos, pero debo reconocer que últimamente tengo que pensármelo más de una vez antes de elegir entre uno u otro. La lengua es así, un mecanismo que se hace inconsciente con la información que recibe por el oído y, en menor medida, por la escritura.

Propiamente, oír es percibir por el oído; escuchar es poner atención para oír. Es la misma diferencia semántica que existe entre ver y mirar, en este caso con referencia al sentido de la vista, pero entre estos últimos nunca se ha dado la confusión. Oír expresa un proceso involuntario, pasivo; el segundo, una acción voluntaria, activa. Como en estos ejemplos:

 Habla tan bajo que no se le oye.
Había una persona escuchando detrás de la puerta.

Estas diferencias de significado permiten que sean perfectamente válidas frases como estas:

Estoy escuchando pero no te oigo.
He oído algo aunque no estaba escuchando.

Por el mismo motivo, si se leen con cierta atención, es posible que a muchos (entre los que me incluyo) no les suenen nada bien las siguientes oraciones:

Habla más alto que no te escucho.
Desde ahí no se te escucha.

La contienda entre estos dos verbos tiene una larga tradición. Cervantes o Garcilaso emplean a veces escuchar con el sentido de oír, y en autores actuales, especialmente americanos, se da también la indistinción. La evolución fonética ha reducido este verbo prácticamente a dos vocales y tiene una endiablada conjugación, y esto no ayuda. Pero en la lengua escrita culta (no precisamente la de algunos usuarios de mensajería inmediata o de listas de comentarios en la Red), y en la de muchos hablantes, predomina el uso de oír y escuchar en sus sentidos propios.

No sé si el verbo oír es una especie en peligro de extinción, pero siento que hemos de conservarlo. No podemos permitirnos perder el contraste semántico entre oír y escuchar que heredó de sus padres latinos audire y auscultare y que tan útil puede llegar a ser. Además es que le tengo cariño; nos conocemos desde hace mucho tiempo, muy poco después de haber aprendido a decir mamá, papá y pelota. La Historia dirá, ya sabemos que la lengua no se impone por decreto. Aunque si las cosas se ponen feas, haremos huelga de hambre, nos ataremos con cadenas a la puerta de la Academia o presentaremos una petición en change.org.

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