En la década de los ochenta llegaron a nuestras vidas unas hojitas de color amarillo fluorescente, con una franja adhesiva en el dorso, para escribir notas, generalmente recordatorios, y dejarlas pegadas en algún lugar visible. Sí, me estoy me estoy refiriendo al post-it. Fueron un invento de la multinacional estadounidense 3M, creadora además, entre otra muchas cosas, del famoso estropajo scotch brite (que nosotros pronunciamos siempre a la española, escoch brite). Ambos productos son marcas registradas; esto quiere decir que su nombre, inventado también como lo que designa, ha sido inscrito en el registro correspondiente, y no puede ser utilizado en determinadas circunstancias si no es con la autorización de su creador. Sin embargo, ambas palabras —y esto no sé si se les gustará mucho a los ejecutivos de 3M— se usan con toda naturalidad genéricamente para nombrar esos objetos u otros parecidos, sean de esa marca o de otra. Este es un fenómeno corrientísimo, esencial a la lengua e imparable en un mundo en el que la mayor parte de las cosas que usamos, nos comemos o nos bebemos han sido fabricadas por un tercero. Muchas voces de las que empleamos a diario tienen su origen en una marca registrada. Cito aquí unas cuantas (algunas sorprenderán): casera (gaseosa), celofán, chupa-chups, gominola, gramófono, clínex, lycra, mecano, neopreno, ping-pong, plastilina, sonotone, tirita, vaselina, velcro, yoyó.
Hoy hablaremos de post-it. La palabra procede de la expresión inglesa en forma imperativa post-it, que significa «colócalo, fíjalo, pégalo», aunque se usa como sustantivo; «no contable», como cuando decimos usa post-it para recordarle la hora de la reunión, o «contable», referido a cada una de estas notas: escribe el teléfono en un post-it. Desde que empezó a utilizarse, tanto en el ámbito oficinesco, del que se convirtió en un auténtico símbolo, al doméstico, convivieron dos pronunciaciones: póstit y pósit. Mi impresión personal es que la primera de ellas comenzó siendo la más frecuente; es la que corresponde a la escritura y la propia de hablantes cuidadosos a la hora de leer, o con mínimas nociones de inglés; la segunda no me parece muy común entre hablantes cultos, y creo percibir también que se emplea a veces adrede, en ese tono humorístico habitual del ámbito laboral, casi a modo de sutil captatio benevolentiae, con conciencia de que se trata de una pronunciación incorrecta.
De acuerdo contigo en que suena mejor postit, a veces las decisiones de la RAE no se comprenden...
ResponderEliminarEn inglés también se utiliza en algunos casos el nombre del inventor para denominar un objeto y de marca registrada ha pasado a usarse de modo general. Un ejemplo es byro, para bolígrafo. Otro es hoover, aspirador.
Gracias, Pepa. Me alegro de que coincidamos.
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